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Sé tú misma y sigue tu instinto: lo estás haciendo bien, mamá

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Seguro que has llegado aquí, abrumada por el chaparrón de consejos (no solicitados), que te llueven cada día desde el mismo momento en que anunciaste que esperabas un bebé. Así que antes de continuar leyendo, toma aire, respira profundamente y asimila lo siguiente: lo estás haciendo bien, mamá.

Tu hijo está enamorado de ti desde el minuto uno de su existencia, y jamás te va a juzgar si haces las cosas de una u otra manera. No trates de ser otra mamá; seguir tu instinto materno casi siempre será acertado. La clave es que tú sabes que todas las decisiones que vas tomando día a día son única y exclusivamente por su bienestar.

Así que tranquila, mamá. Lo estás haciendo bien. Libérate de la carga que te produce sentirte bajo examen todo el rato.

10 cosas que haces mal con tu bebé (¿o no?)

Una no deja nunca de sorprenderse con algunos de los consejos que llega a oír.

¡No le cojas en brazos o le malacostumbrarás!

Los bebés no se malacostumbran a los brazos, ¡los necesitan! No te prives de coger a tu bebé. Cuanto más afecto reciba, más feliz será. Pocas cosas nos hacen sentir tan bien como un abrazo o el contacto físico de alguien que queremos cuando estamos tristes o agobiados. Nos hace sentir seguros. ¡Pues a tu bebé, igual!

¡Déjale llorar para que fortalezca los pulmones!

Que llorar ensancha los pulmones es un mito aún muy extendido entre una parte de la sociedad, y que choca frontalmente con el instinto natural de atender a tu bebé. No existe absolutamente ninguna relación entre el llanto y la maduración de los pulmones.

¡No le hagas cosquillas, o se quedará mudo!

Hacer cosquillas puede ser un gran juego para disfrutar con un bebé. La mayoría de los bebés lo disfrutarán la mayoría de las veces. Y si no lo hacen, te lo harán saber. Siempre presta atención a lo que el bebé te comunica. En los bebés hay que procurar que sean muuuuy suaves y en la zona de las mejillas, del mentón etc.

¡No le acunes en tus brazos o no aprenderá nunca a dormir solo!

El contacto con los papis y mamis es suuuuper beneficioso, sobre todo para calmarlos. No sabemos qué día será, pero tu hijo aprenderá a dormir solito. Te lo aseguro. Así que mientras llega este día, no le dejes llorar desconsolado.

¡Abrígalo más!

Aunque es cierto que los recién nacidos tienden a enfriarse, también es cierto que si les abrigamos demasiado sudan mucho. Hay que ser sensatos. Para abrigar de forma adecuada a un bebé, ten en cuenta estas circunstancias: la edad del niño, el lugar en el que estés, si va en el cochecito o si estás porteándolo.

¡Dormir con tu bebé le provocará problemas psicológicos en el futuro!

No existe literatura científica que demuestre esto. De hecho, sí existen estudios que afirman exactamente lo contrario. En países como Japón, la práctica del colecho es algo totalmente natural y sin ningún tipo de estigma. Sin embargo, en otros países todavía corren muchos mitos al respecto.

¡No le bañes porque no lo necesita!

Si bien es cierto que algunos pediatras desaconsejan el baño diario, porque el abuso de jabones, y una frecuencia excesiva del baño pueden causar sequedad en la piel del bebé, no cabe duda que la hora del baño es una oportunidad de estimulación multisensorial. Se estimula el desarrollo de los niños en su aspecto social, emocional, cognitivo y físico.

Además, el contacto piel a piel de los papis y los bebés es un momento de disfrute que favorece su desarrollo feliz y saludable.

¡Tu bebé llora porque no tienes leche y se queda con hambre!

Que el bebé llore tras una toma no significa necesariamente que tenga hambre. El llanto puede significar muchas cosas. Existen muchos mitos y desinformación relacionados con la lactancia materna, lo que puede confundir o desalentar a las madres que desean amamantar.

¡No le des tantos mimos y cariño, o será un adulto con dependencia emocional!

Ni el afecto ni el cariño en exceso sobreprotegen ni malcrían. Consolar a un niño cuando llora, cogerle en brazos, darle muestras de cariño y afecto, es decir, dar importancia al desarrollo del vínculo, es sinónimo de cubrir sus necesidades básicas.

¡Si tienes un bebé no puedes tener una mascota en casa!

Hoy en día se sabe que el contacto frecuente con animales domésticos es beneficioso para el desarrollo cognitivo, socioemocional y físico de los peques. Es más, de forma habitual, estos pequeños suelen tener un sistema inmunitario más fuerte que les previene de padecer alergias o asma.

¡Qué mal nos hace escuchar estas cosas!, ¿verdad? Nadie dice que las digan con mala intención, eso está claro, pero estos consejos sin base científica, lo cierto es que nos hacen un flaco favor. Así que, si en algún momento dudas sobre cosas concretas sobre alimentación, lactancia, sueño, etc. nadie mejor que tu pediatra para resolverte la incógnita. Aunque en la mayoría de los casos, tu instinto y pensar en lo mejor para ti y tu hijo, te haga encontrar la respuesta por ti misma.

En Mimuselina estamos enamorados de nuestro trabajo y nos encanta formar parte de la crianza de tu hijo. Por lo que aquí siempre encontrarás consejos, productos y demás contenido que te acompañe en esta maravillosa aventura de la maternidad.

La madre perfecta no existe; pero tú eres la mejor madre para tu hijo

Es súper habitual encontrar a mujeres ansiosas, enfrentadas al torbellino físico y emocional que supone la llegada de un bebé y la maternidad en general. La mayoría, al quedarnos embarazadas, leemos todos los libros de crianza que caen en nuestras manos, nos suscribimos a contenido divulgativo sobre embarazo, y además, nos toca padecer una verdadera matraca de aquellos que se sienten en la necesidad de aconsejarnos y compartir sus experiencias personales.

Y aunque, seguro que todos los que nos aconsejan lo hacen con la mejor de sus intenciones, en ocasiones nos toca oír alguna recomendación (ya sea de tu madre, abuela, suegra, o vecina) que más bien parecen supersticiones o viejas creencias ancestrales.

Cada día más, los especialistas en crianza animan a las mamás (primerizas o no) a huir de la idea de “ser una madre perfecta”. Nos instan a confiar siempre en nuestro instinto maternal y a desterrar la idea de alcanzar la perfección. Porque esto nunca ocurrirá, y lo único que nos va a producir es ansiedad y frustración. No te sientas culpable por meter la pata de vez en cuando. ¡Es normal!

Es fundamental que los hijos se desarrollen bien emocionalmente, sin la mirada competitiva y auto-castigadora de su madre por pretender, en vano, hacerlo todo sin margen de error. Tu hijo te quiere tal y como eres, sin más, haz tú lo mismo con él. Y tú esto ya lo cumples, ¿ves como lo estás haciendo bien, mamá?

Tú eres la mejor respuesta a toda necesidad de tu hijo. Ese vínculo que brota entre ambos desde que llega al mundo hará que seas intuitiva a la gran mayoría de sus demandas.

Como decía a mediados del siglo pasado el pediatra y psicoanalista Donald Winnicott: “Una madre corriente, es una madre que falla”. Y a pesar de que el término “corriente” acuñado por éste, pueda parecer despectivo, nada más lejos de la realidad. El concepto de una “madre corriente”, es bueno.

Con este descriptivo concepto, Winnicott plantea su convicción de que no existen las madres perfectas, y que basta con que una madre sea suficientemente buena para ese bebé, capaz de identificarse con las necesidades de su hijo, y de responder a los gestos espontáneos y necesidades del bebé y no sustituirlos por los propios. Y en esto, tú apruebas ¡y con nota!